¿Es bueno el modelo actual de comercio internacional?
La respuesta a esta pregunta depende de dónde se realice.
A nivel global, principalmente en Asia y particularmente en China, el modelo actual ha supuesto un desarrollo económico sin precedententes en la historia. Por ello un model comercial en el que Asia es la fábrica del mumdo, el modelo actual es bueno.
¿Pero que pasa en los llamados países desarrollados (Europa Occidental, Estados Unidos, Japón y Corea)?
Para los países desarrollados, el modelo actual en el que China tiene un peso central en la producción mundial ofrece ventajas como precios bajos y acceso a tecnología, pero conlleva riesgos significativos de desindustrialización, dependencia y presión sobre sectores estratégicos.
Lo positivo
La integración de China en el comercio global ha permitido controlar la inflación en los países avanzados gracias a la importación de bienes industriales a bajo costo, lo que beneficia a consumidores y a empresas con cadenas de suministro más baratas.
El comercio con China ha impulsado la productividad y generado oportunidades de colaboración tecnológica en algunos sectores.

Lo negativo
La competencia de China ha desplazado a industrias tradicionales de países desarrollados, como la automotriz en EE. UU., generando pérdida de empleo y debilitamiento de sectores fabriles clave.
La concentración de la producción mundial en China supone riesgos de seguridad, especialmente en bienes de alta tecnología y materias primas críticas para la transición digital y ecológica; posibles restricciones chinas pueden afectar el suministro y la economía global.
El desequilibrio comercial y la absorción de tecnología y propiedad intelectual por parte de China son fuente de preocupación para economías avanzadas, que debaten la reducción de dependencia.
Perspectivas
Los estudios muestran que los efectos negativos para las regiones muy expuestas a la competencia con China superan los positivos, aunque el modelo ha favorecido la innovación y el desarrollo en sectores emergentes.
La tendencia actual hacia la fragmentación comercial y el ‘nearshoring’ refleja el esfuerzo de las economías desarrolladas por minimizar riesgos y proteger el empleo y la seguridad en sectores sensibles